martes, noviembre 21, 2006

Novela frente al río

Paisaje de humor sin música,
escrito por la música…

J. A.

Creo que un día, al flexionar un brazo, se hundirá la semejanza de nosotros. El sofá-cama, aletargado durante la noche estival, o ahora mismo, frente a la ventana, yace impaciente. Escuchaste Las lamentaciones invadir otro cielo. Habías pensado en la brillantez del paisaje o en el rostro de lo inevitable.

Una canoa emerge, creo. Es extraña la erosión del follaje.
Tiene de familiar lo que celebramos, el sentimiento considerado como banal, las largas calles vacías de una ciudad inexpresiva. Podría ser una novela o la migración de una música sabida. Ese defecto de la pérdida tiene un color nuevo, imaginemos entonces tres caballos pastando. Hace tiempo lo dijiste: “los caballos son rojos en domingo”. Tendría que guardar la restauración, los restos ácidos y, ya después de todo, quedaríamos unidos en medio de ese bosque. Uno no puede resignarse a los nombres mencionados de pasada, en esa lista que crece; ahora, francamente, se confunde el césped, pero hundiremos, sí estás de acuerdo, una tarde. Nadie disimula el rastro de la primavera y un poco de humor mientras están sentados en las baldosas de cemento con una cerveza helada en la mano. ¿Podría reconocerte si el viaje dura noche y día?

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